martes, 26 de agosto de 2008

La voz del poeta ( I )

Restituir la lengua oral en su plenitud, ese intrumento misterioso que es la voz humana, provocó - y espero que aún lo siga haciendo – un desconcierto en el poeta que se escucha por primera vez recitar los versos de su creación. Son los secretos del «habla» que tanto el poeta como los que escuchan intentan descifrar en cada entonación, en cada palabra, en cada respiro. Siempre he escuchado decir que son los poetas los que peor leen su poesía; quizás sea cierto, pero de lo que sí estoy seguro es del poder y la magia que envuelven la expresión oral del poeta a través de sus poemas.
Ferdinand Brunot no se equivocó al fundar en 1911 los «Archives de la parole» (Archivos de la voz), base del Instituto de fonética de la Universidad de París junto a Émile Pathé quien le proporcionó un laboratorio de grabación y un personal calificado. Es así que el 24 de diciembre de 1913, a las once de la mañana, Brunot y su esposa, acompañados por un ingeniero de sonido de Pathé graban para la historia la voz del poeta Guillaume Apollinaire recitando tres poemas : Le pont Mirabeau, Le voyageur y Marie. La sesión contó ademas con otros tres escritores : André Billy, Paul Fort y André Salmon, venidos todos a grabar también sus voces. Al día siguiente, André Salmon relata así la sesión de grabación en el Gil Blas:

«[…] se escucha (Apollinaire), no sin asombro. Sus amigos lo reconocen, pero él no. En efecto, gracias al fonógrafo, realmente podemos disfrutar de esos profundos órganos de la percepción auditiva […] mientras nos devuelven esa misma voz que ahoga cuando hablamos, las llamadas percepciones profundas, demasiado delicadas ; las voces interiores, habria dicho Victor Hugo, a quien hubiera gustado mucho la invención del profesor Brunot. De ese modo, a la segunda audición escuchamos por la primera vez y con gran sorpresa. Después de Guillaume Apollinaire, también nosotros conocimos esa emoción, ese desconcierto al escuchar cantar a nuestro doble. […]»


Le pont Mirabeau. Grabación de la voz del poeta Guillaume Apollinaire por Ferdinand Brunot y Pathé para los Archivos de la voz, el 24 de diciembre de 1913. © Bibliothèque Nationale Française, Département de l'Audiovisuel, Archives du Département, Fonds Brunot.

Le pont Mirabeau

Guillaume Apollinaire (1880 - 1918)

Sous le pont Mirabeau coule la Seine
Et nos amours
Faut-il qu'il m'en souvienne
La joie venait toujours après la peine
Vienne la nuit sonne l'heure
Les jours s'en vont je demeure
Les mains dans les mains restons face à face
Tandis que sous
Le pont de nos bras passe
Des éternels regards l'onde si lasse
Vienne la nuit sonne l'heure
Les jours s'en vont je demeure
L'amour s'en va comme cette eau courante
L'amour s'en va
Comme la vie est lente
Et comme l'Espérance est violente
Vienne la nuit sonne l'heure
Les jours s'en vont je demeure
Passent les jours et passent les semaines
Ni temps passé
Ni les amours reviennent
Sous le pont Mirabeau coule la Seine
Vienne la nuit sonne l'heure
Les jours s'en vont je demeure

Alcools (1912) © Gallimard

Hace ya varios años, exactamente en noviembre de 1994, durante una noche de tedio habanero, unos amigos, Manuel, Jorgito y Juan Javier, grabaron de manera casi igual, aunque en condiciones más primitivas que las de Apollinaire, a un amigo y gran poeta que he perdido de vista: Norge Espinosa. El poeta, en esta ocasión leyó ante la vieja radio-casetera cuatro poemas de su libro Las breves tribulaciones, premio Caimán Barbudo, 1989 y editado en Santa Clara en 1993. A Dejar la Isla, Vestido de novia, Poema de situación y LCD, le siguen otros tres poemas hasta ese momento inéditos: Conversación con Gastón Baquero, El manso fuego que su voz corona e Invocación frenética del viento. Les dejo entonces con el más desgarrador y potente de sus poemas, atrapado aquí, con todo el misterio de la voz humana y poética.

Norge Espinosa lee su poema Dejar la Isla. Grabado en La Habana, noviembre de 1994.