viernes, 2 de enero de 2009

Marta Abreu y Luis Estévez en el centenario de sus muertes.

Para Juan Luis Estévez, Jean-Claude Abreu (in memoriam), Juliette Abreu, bisnieto y sobrinos nietos de Marta Abreu y Luis Estévez.Marta de los Angeles González-Abreu Arencibia (Santa Clara, 13 de noviembre de 1845 - París, 2 de enero de 1909), fotografiada por Nadar. © Colección Javier de Castromori.


Prefiero, por estos días de mundanal barullo y celebraciones bastardas, recordar y hacerles recordar que este 2 de enero se cumplen cien años de la desaparición de la patriota cubana Marta Abreu y del suicidio, treinta y trés días más tarde, de su esposo Luis Estévez Romero, primer vicepresidente de la República cubana.
Ya sé que muchos andan ocupados con otros tipos de celebraciones de medio siglo que intentan empañar las justas celebraciones de la historia cubana. Lo dicho, Marta de los Angeles González-Abreu Arencibia y Luis Estévez Romero fallecían hace cien años en París y es motivo de recordatorio.
Es curioso que para esta conmemoración ni los cubanos de dentro ni los de fuera de Cuba hayan preparado nada. Sobre Marta Abreu varios biógrafos han dedicado estudios: el último de entre ellos apareció hace casi sesenta años. Autores como Rafael Marquina, Manuel García Garófalo-Mesa, José Manuel Pérez Cabrera y Pánfilo D. Camacho, para citar los más importantes, dedicaron en su momento pertinentes obras con la visión biográfica de una época en la que se exaltaban las virtudes de los personajes y se nos presentaban casi como dioses en detrimento de un acercamiento más humano al personaje biografiado. Esos libros, con sus defectos y virtudes al menos estan ahí, como prueba de la necesidad de dar a nuestra historia un homenaje merecido a quienes fueron parte importante de su desarrollo.


Escribir una biografía no es tarea fácil, la verdad nunca es absoluta. Con el paso de los años, el desarrollo de las técnicas investigativas y el manejo, a veces peligroso, de la información, cualquier hábil investigador pudiera ofrecer al lector un mejor acercamiento al personaje biografiado. Una biografía, para que sea lo más completa posible debe facilitarnos las multiples facetas del ser humano en su complejo desarrollo intelectual y social. Para muchos, Marta Abreu fue una mujer intachable, sin defectos, de la cual sólo se conocen sus virtudes patrióticas y se desconocen los mínimos detalles de su personalidad como ser humano en su conjunto. Un ejemplo palpable de ésto, es que en las ya mencionadas biografías no se toman en consideración ciertos hechos en la vida privada del personaje, como es el caso del fallecimiento, a pocos días de nacida, de una hija de Marta desconocida por la historiografía cubana: Cecilia Estévez Abreu, sepultada en el panteón familial del Cementerio Cristóbal Colón de La Habana. Todo parece indicar que esta hija, olvidada intencionalmente por la biografiada y sus biógrafos, murió a muy corta edad, tal vez unos cuantos meses después de su nacimiento, uno o dos años más tarde de la llegada de Pedro Estévez Abreu, dado como único fruto de esta relación.


La joven Marta Abreu. © Colección Javier de Castromori.

El joven Luis Estévez Romero (Matanzas, 1850 - París, 1909). © Colección Javier de Castromori.


Muchos documentos, aún inéditos, conservados en la Biblioteca Nacional de Cuba y en archivos familiares y personales podrían ayudarnos a reconstruir un rostro más fiel de la patriota cubana y de su esposo, quien nos aparece siempre bajo la sombra augusta de su mujer. Pánfilo D. Camacho relata así los últimos momentos del primer vicepresidente, tras la muerte de su gran motor en la vida:

"Todos los días, sin embargo, se ve salir a Don Luis a la misma hora. Al cabo de algún tiempo regresa lleno de pesadumbre y se recoge en su habitación. Pronto se averigua que diariamente el coche que toma lo lleva hasta el Cementerio de Montmartre. El viejo cochero, testigo obligado de las sucesivas escenas de dolor a que asiste, dice que su asiduo cliente llora largos sollozos sobre las flores que deposita en el mausoleo en cada visita que hace."


La tumba Estévez se encuentra a la entrada del Cementerio de Montmartre, justo detrás de la tumba del actor y dramaturgo Sacha Guitry. © Colección Javier de Castromori.

Marta Abreu había sido enterrada provisionalmente en la tumba de su cuñado Joseph Grancher y más tarde se realizaría una exhumacion de sus restos y los de Luis Estévez para ser depositados en la tumba que su hijo Pedro había hecho construir en el mismo cementerio parisino. Los restos de ambos patriotas, fueron trasladados en febrero de 1920 al panteón familial del Cementerio Cristóbal Colón de La Habana.
Para mi homenaje, les dejo aquí el prólogo de la biografía Marta Abreu. Una mujer comprendida, que le dedicara Pánfilo D. Camacho. También, más abajo, reproduzco extractos de una carta inédita de Marta Abreu a su hermana Rosa escrita durante el trayecto que hiciera en tren desde Philadelphia hasta Tampa donde debía asistir a la precipitada boda de su hijo Pedro con Catalina Lasa. Estos extractos de cartas, escaparon milagrosamente de las llamas pues era costumbre en Marta, perdir a sus remitentes de destruir la correspondencia íntima sobre asuntos familiares una vez leída por éstos. Conservo algunas de esas cartas en las que se refieren principalmente al caso de su nuera Catalina Lasa y el adulterio de ésta con Juan Pedro Baró; así como al divorcio de su hermana Rosalía con Domingo Sánchez-Toledo; ambas cartas son fundamentales para comprender mejor la psicología de Marta y los sucesos concernientes a los miembros de su familia. Algún día estas cartas verán también la luz.
Marta Abreu Arencibia. © Colección Javier de Castromori.

Prólogo de Pánfilo D. Camacho


"Marta Abreu y Arencibia es una mujer impar en nuestra tierra cubana. Sin que pretenda yo darle categoría de heroica a su figura, es lo cierto que su posición de mujer rica le permitió, por contraste, tomar un relieve sorprendente en tiempos en que un individualismo exagerado nublaba el entendimiento de la mayoría. Por ello, la insigne villaclareña merece que se exalten sus excepcionales actitudes, y es justa y encomiable la disposición oficial de que se publique su biografia como conmemoración a la fecha en que se cumplirá el primer centenario de su nacimiento.
Naturalmente, los personajes desprovistos de accidentes públicos tienen por regla general una breve biografía. Tratándose de una mujer a quien solo se le conoció un noviazgo, traducido después, por amor, en un matrimonio pleno de quietud espiritual y de felicidad conyugal, es lógico que su vivencia en la Tierra tenga únicamente como centro en que girar las multiples obras de beneficencia social y de aporte a la causa de la independencia de su patria. Sin embargo, Marta Abreu tuvo una continuidad tan persistente en sus desprendimientos en los aspectos aludidos que una relación incompleta de sus actos de munificencia permite hacer su biografia, que no pile-de separarse en modo alguno de la de su ilustre esposo, el doctor Luis Estévez y Romero.

Conviene ahora destacar el hecho de que, gracias al desinterés y la hombría de bien del que fué nuestro primer Vicepresidente de la República, pudo Marta Abreu acrecentar sus bienes materiales en forma suficiente para darse sin medida en beneficio de los pobres de Santa Clara y de la causa de la liberación de Cuba. Por tanto, el esposo es partícipe destacado de la obra altruista de Marta, y hay pruebas de que en muchos casos él fué el motor de plausibles realizaciones. Puede ser que no parezca congruente con la biografiada, mujer todo dignidad y respeto, el subtítulo de "Una mujer comprendida" dado a este libro, pero, cuando éste sea leído, se verá que Marta tuvo la rara suerte que muy pocas mujeres alcanzan de ser comprendida y amada fervientemente por un hombre que hasta llegó a renunciar al resto de su vida cuando le faltó la presencia de la esposa que idolatraba y por los hijos de su villa natal sobre quienes había derramado a torrentes su bondad y su riqueza.

La Habana, abril de 1947."

Extractos de una carta de Marta Abreu a su hermana Rosa.
Domingo 14 de agosto 1898

Querida Rosa: en camino para Tampa te pongo estas líneas para contarte la llegada de Rosalía, qué, aunque llenos de angustias ellos y nosotros no pudo ser en medio de mas tranquilidad para nosotros.
Sigo con lápiz porque con la pluma se me hace imposible escribir por lo mucho que se mueve el tren que ayer apenas se movia pero como pasé todo el día con dolor de cabeza no pude escribir.

[…]

Manuscrito de una carta de Marta Abreu a su hermana Rosa, destinado a ser destruído por las llamas. © Colección Javier de Castromori.

Vamos pues a tratar de la llegada. Se me ocurrió ocupar a Anna, con quien estoy en correspondencia desde que llegué aquí, tanto por lo inutil que es Luis para moverse y dar pasos, como por la falta del idioma que lo imposibilita a uno para todo, pues él puede hablar muy poco y no entiende nada, yo entiendo bastante pero no puedo decir tres palabras en inglés sin ser dos de ellas en francés, armo unas jerigonzas que nadie me entiende. Lo peor del caso es que ahora voy a olvidar el francés que ya había empezado a atrapar a fuerzas de trabajos. Estoy destinada a no saber espresarme más que en el mío. Pues bien, le dije a Anna que me esperara en el paradero del ferrocarril de Philadelphia a las 11 de la mañana y que no le dijera absolutamente a nadie ni a la familia que no quería que nadie mas que ella lo supiera. La pobre fue tan buena que no se contento con esperarme en el paradero del ferrocarril, sino que paso el río y me espero del otro lado. Una vez que nos vimos le dije vamos ahora a la casa de vapores Alemanes cuya dirección llevamos de aquí de casa de Welsh que el dependiente que habla español es Aleman. Allí por indicación de este mismo, pedimos un permiso para entrar en la parte del muelle destinada a los pasajeros. Entonces le dije que R. para hacerse ciudadana Americana venía sin los niños aprovechando la vacante de estos en que estaban con su padre, y que como ésto no convenia que se supiera le suplicaba la mayor reserva. Ella me lo prometió y yo lo creo firmemente. Me habló mal de Lolita, dice que es muy mal criada, esijente y dominante que no le falta mas que pegar al marido, y que las otras hermanas son lo mismo. […]
Sigo con el viaje o llegada de ella que no sé si podré concluir de describir aquí porque ya son las 6 de la tarde, tenemos que comer aquí y luego hacer mi toilet.
Pues bien, le dije solo que Rosalía venía de inconito para hacerse ciudadana y que se iría enseguida, que guardara el mayor secreto, y nos fuimos con ella a tomar un vaporcito que nos había de conducir al otro lado del río donde había un hotel aleman que recomendaba la compañía para pasar allí la noche por si el vapor llegaba muy temprano. Nos ospedamos allí y ella tambien paso con nosotros todo el día y la noche en ese hotel. Nos levantamos temprano, nos desayunamos y nos fuimos al muelle a preguntar la hora de entrada del buque. Volvimos a casa o sea al hotel, almorzamos lijeramente y al muelle otra vez ella y yo solas pues habiamos convenido que Luis no fuera para si había entre los pasajeros algun cubano que lo conocía no lo viera y sacara por él a ella que creiamos que no solo vendría con nombre supuesto sino disfrasada con alguna peluca y el cuerpo grueso y mal vestida.
Yo a mi vez me disfrasé poniendome un vestido muy estropeado, una blusa muy comun de algodón comprada en Philadelphia y un sombrero redondo de paja y un velo de lana muy oscuro y muy grueso que me hizo pasar los sofocones de Juan Quiñones.
Tambien temiamos que entre los que iban a esperar a los pasajeros hubiese algun cubano de los de N York que nos conociese y por ello fué que me disfrasé yo y no quise que Luis fuera porque era mas dificil taparle la cara para que no lo reconocieran.

[…]

Como se puede apreciar en esta fotografía, a pesar de su mal estado de conservación, Marta Abreu sufría de un mioma o fibroma uterino. © Colección Javier de Castromori.
El dependiente de Welsh se porto tan bien que todo el día, cada dos horas nos telegrafiaba diciendo no ha venido telegrama. Cada telegrama era un temblor de piernas para mi. Al fin llego el telegrama y entonces el temblor fue mayor, pues vi que venian los niños y que no teniamos preparado nada para evitar que se los quitaran. Quise telegrafiar a Philadelphia para que telegrafiaran a un abogado de Hoboken (que es el lugar donde anclan los buques alemanes y donde pasamos nosotros el día y la noche con Anna) para ir a esperar a los niños e impedir que los policias se apoderasen de ellos, pero ya no había tiempo para nada, estaba anunciado el vapor y un cuarto de hora nada mas faltaba para llegar y atracar al muelle. Corrimos Anna y yo para el muelle que esta a 3 cuadras del hotel. Allí vió Anna a un cubano conocido de ella y se apuro mucho porque no la conociera, le hice poner el abanico en la cara casi constantemente y la volvía de espalda a él, no hablamos apenas y lo poco que articulamos era en francés, sudabamos la gota gorda y ella llego a tener tanto miedo como yo, pues ya con ese telegrama no pude ocultarle la llegada de los niños y mis temores, pero no le dije por lo que venian sino siempre le seguí diciendo que por la ciudadania y todavia esta ella en esta creencia. Le dije que como Rosalía no queria separarse de sus hijos había cargado con ellos para acá en el mes de vacancia que tenian para pasar con ella y que cuando él lo supiera iba a ser capaz de mandarla a detener y yo temía ese sonrrojo. Entonces ella se asusto mucho tambien y empezó como yo a ver mas policias en el muelle que los que decia se acostumbraba a poner a la llegada de los vapores. Yo los veía secretear y me empapaba en sudor y decia siempre maldito telegrama el que puso ella si no lo pone tendriamos aquí un abogado y ya estariamos tranquilos. Tanto sudé que el corsé se me destiñó orriblemente, unas medias nuevas que traía me dejaron los piés y las piernas convertidas en piernas de turquesa. En fin llego el momento de atracar el buque y ya yo estaba que no me faltaba mas que gritar de miedo e incomodidad de vernos como yo creía cogidos como raton con queso. Se avansaron todos los pasajeros a la soga que los dividía de los que los esperaban para saludarlos y yo buscaba a Rosalía, me cojen entre dos alemanotes que se saludaban y se sacudían las manos sobre mi pecho de tal manera que me dejaron colorado todo el pecho, les grito barbaros, animales que así se estropea a una señora que haran udes en un naufrajio. Esto lo dije mitad en cada uno de los tres idiomas, pero a gritos, pero nadie me hizo caso saludando todo el mundo casi de la misma manera. Anna me defendió pero ellos ni escusas siquiera pidieron y eran personas de aspecto muy desentes. En fin yo me desahogué con ellos la incomodidad que tenía.
Un momento después quitaron la soga y todos entraron y nosotras fuimos de las primeras. Yo corría como una loca mirando todas las caras y sin encontar la de ella. Anna corría detras de mi diciendo ella no ha venido, yo me decía Dios mío ya la habran llevado entre policias, qué habra pasado virgen de la Caridad del Cobre? Y seguía ansiosa buscandola, llegué a figurarme que por venir tal vez muy disfrasada no la había yo reconocido y que tal vez ella a mi tampoco por mi espeso velo, decidí quitarme el velo para que fuera ella la que me conociera, volvi a pasar por delante de todos los pasajeros mirando todas las mujeres hasta que al fin entre las ultimas la vislumbré y corrí a ella que estaba nerviosisima porque nosotros no apareciamos ni tampoco el hombre del equipaje que atendió el nuestro tan bien.
[…]

Nota: Para la transcripción de estos extractos, he respetado la puntuación y la ortografía de su autor.
Biografías consagradas a Marta Abreu:
- Marta Abreu Arencibia y el Dr. Luis Estévez y Romero, Manuel García Garófalo Mesa (La Habana, Imprenta y Libreria La Moderna Poesía, 1925.
- Una cubana ejemplar, de José Manuel Pérez Cabrera (Impr. El Siglo XX, La Habana, 1945).
- Marta Abreu: una mujer comprendida, Pánfilo D. Camacho (Habana: Editorial Trópico, 1947), Ediciones Universal (reedición de 1995) .
- La ciudad de Marta y Marta de la ciudad, Rafael Marquina, Impr. El Siglo XX, La Habana, 1950.
- Alma y vida de Marta Abreu, Rafael Marquina, Editorial Lex, La Habana, 1951.

16 comentarios:

Zoé Valdés dijo...

Excelente post, necesario por estas fechas. Le pongo link en mi blog.

Ernesto Lozano dijo...

Gracias Javier por traernos esa parte de nuestra memoria histórica injustamente sepultada para muchos de nuestras generaciones.
Admiro el trabajo minucioso de cronista capaz y exacto, admiro la integración de cada palabra, cada imagen, la reconstrucción del momento.
No cejes en tu empeño de devolvernos esa parte de nuestra historia conscientemente no recordada.
Gracias
Ernesto Lozano
Artista Plástico
México

Anónimo dijo...

Marta Abréu no está olvidada en Cuba ni mucho menos. Se le rinde homenaje, especialmente en su ciudad natal, y sus hechos siempre son recordados. Hace muchos años apareció en una escuela secundaria básica un mueble de época, un secretaire, que contenía una papelería identificada como perteneciente a Marta Abréu. Ignoro qué fue de estos documentos ni a qué manos habrán ido a parar. Cuando encontré la noticia ya habían transcurrido más de treinta años del hallazgo. Encuentro muy interesantes las cartas de Marta a su mejor amiga, que dibujan muy nítidamente rasgos de su perfil psicológico, de su carácter, como por ejemplo, que no le gustaba que se sentaran en sus muebles ni que usaran sus adornos y pertenencias. En cuanto a Catalina Lasa, supongo que Marta no gustó de ella ni siquiera al principio de su matrimonio. Aunque descendiente de hijosdalgos vascos, el padre de Catalina era solo la tercera línea de sucesión, así que para la acaudalada Marta tal vez esa novia repentina no fuera lo que como madre deseaba para su hijo, y mucho debe de haber desagradado a esta señora que gustaba de zurcir las medias de su esposo, esta joven extremadamente bella y tal vez superficial que amaba la mundanidad. Parece que durante los primeros años del matrimonio, los Estévez Abréu y los Abréu Lasa convivieron en casas vecinas en el Paseo del Prado, habiéndolo hecho en la misma de inicio. Tal vez suegra y nuera no pudieron resistirse la una a la otra y las dos familias se separaron. No habrá sido fácil para Catalina entenderse con esta dama simpática, pero iinflexible que era Marta. Hay una foto de Marta en este sitio con una caída de ojos algo siniestra, a la que se deba, quizá, la velada acusación de que fue víctima en su tiempo de haber pagado, por intermedio de otros, al italiano que asesinó a Cánovas del Castillo. Me consta cuánto se la ama todavía en Santa Clara, donde estuve recientemente y me sorprendió bastante escuchar su nombre y referencias a sus obras en boca de gente muy humilde y básicamente sin instrucción. Sería bueno que el dueño de este blog no demore más las revelaciones que posee,porque Marta y Catalina, probables enemigas en la vida, son en la muerte dos figuras que no se pueden desenlazar en la memoria histórica, aunque Catalina haya sido —¿podemos estar totalmente seguros?— una pobre mujercita sin relevancia, tal y como asegura Castro Mori.

ric dijo...

Fantástica crónica, Javier. Yo, erróneamente, siempre había pensado que Jean-Claude Abreu era hijo de Rosalía, pues me habían dicho que llevaba ese apellido porque Rosalía, al divorciarse, había decidido quitarles a sus hijos el apellido del padre. Una leyenda que también he escuchado sobre Marta es que padecía de lepra, o de alguna deformación facial, al final de su vida.

Isis dijo...

Qué formidable e importante trabajo, querido Javier. Gracias, y es un placer leerte, además.
También le pongo link en mi blog.

Eufrates del Valle dijo...

Delicioso post, y necesario.

Pero, estimado Javier, no nos deje en suspensos por tanto tiempo....

Javier de Castromori dijo...

Gracias a todos por sus comentarios.
Zoé, por tu bella amistad;
Ernesto, por su constancia e integridad;
Anónimo (que sé de quién eres): me imagino que toda Santa Clara se recuerde aún de Marta Abreu, pues sin ella no hubiese sido lo que es o más bien lo que fue. El resto, es decir, los que recuperan a los patriotas como instrumentos de una ideología caduca y mortífera, a ésos, no les doy cuartel!
La anécdota del "secrétaire" y de sus papeles ya me la había usted contado; quizás esos documentos habran pasado a una biblioteca o quién sabe a dónde. Cierto es que lo que achaco en el desarrollo de la escritura de una biografia, como son esa falta de pequeños razgos de psicología personal, son necesarios a la hora de acercarnos mejor a la personalidad compleja del ser humano. La poca simpatía de Marta para con Catalina tiene sus raíces a partir del justo momento en que su hijo tuvo que casarse precipitadamente con ésta a causa de un embarazo pre-matrimonial. Como quiera que esto se vea, el hecho marcó una pauta en la relación de ambas. Marta había atrapado el pájaro en pleno vuelo: a le torcía el pescuezo o lo dejaba en libertad... En todo caso, su razonamiento no deja de tener su dósis lógica. Creo que en una ocasión le comenté que, en un proceso investigativo era imprescindible conjeturar, siempre y cuando no se le fuera a uno la mano administrando adrenalina de forma subconsciente. Hoy día, en el estado avanzado de mi investigación y, dado a los elementos palpables que manejo, la conjetura se me hace flaca. Ya veo lo ansiosa que usted está porque yo desvele todos mis años de trabajo de un tirón. Pero siento decepcionarle por el momento, cada cosa a su tiempo, y espero que ese interés suyo se manifieste con coherencia y respeto a mi trabajo; es lo mínimo que puedo pedir. Una vez más, gracias por los comentarios y la próxima vez que me visite, hágalo con el corazón abierto, eso se aprecia. Ah, por cierto, Abreu no toma acento en la "e".
Pues no, mi estimado Ric, Jean-Claude es el nieto de Rosalia y sobrino nieto de Marta; corro a rectificar mi dedicatoria. Lo de la historia del apellido del padre ya lo contaré en otro momento, es largo y trae tela. Gracias por tus comentarios.
Isis: gracias a ti. Espero con impaciencia nuestro reencuentro.
Eufrates: gracias, tu tampoco te quedas atras con tus post's. El suspenso es necesario, la organizacion aun mas. No te preocupes, poco a poco iran las dósis.

Anónimo dijo...

Bueno, lo de anónimo es porque me parece que necesito una cuenta de google para que aparezca el login, y no la tengo. Sí, soy yo, y aunque no lo crea respeto enormemente su trabajo, mucho más de lo que usted respetó el mío, y hará muy mal si no me cree. Y claro que quiero saber y que me muero de curiosidad, pero no es la curiosidad vulgar de una persona corriente que ama la información por el placer que se siente de atesorarla nada más. Yo reflexiono mucho siempre en lo que pasó en aquella familia, y me parece un drama terrible, muy doloroso, y vuelvo a él una y otra vez en mis pensamientos, y siento mucha pena por todos los protagonistas. Imagino lo que tiene que haber significado para Marta, una patricia devota de un modo de vida tradicional, familiar; en los niños semihuérfanos, en Pedrito, probablemente aún enamorado y convertido en objeto de burla de la alta sociedad habanera, y no solo la habanera, y en Catalina misma, para quien seguro aquello estuvo lejos de ser un mero juego y sí una decisión trascendental (porque no es posible que ella desconociera la ejecutoria donjuanesca de Baró, no se estaba fugando con un hombre precisamente confiable que digamos...). Curiosamente, aunque es ella quien me atrae tanto, puedo comprender e imaginar mucho mejor a Marta. Catalina es evanescente, digo, lo es para mí, no puedo asirla... Yo no soy quién para porfiar que haya sido una mujer extraordinaria, compleja, siquiera inteligente, y me quedaría tal vez con la versión de la bella ambiciosa, vacía, sin seso, una tontita a quien le gusta el dinero y su brillo en el mundo, pero conozco a un nieto del doctor Panchón Domínguez que me ha contado las impresiones de su abuelo sobre Catalina. Panchón era un médico casado con una francesa que tenía caa en París, el médico de la colonia cubana en esa ciudad, y además muy amigo de Baró, visitaba su casa, salía con ellos, viajaba con ellos, supongo que no siempre, sino a veces —su hija lo cuenta en una biografía que escribió de él, y el caso es que el hecho de que Baró lo llamara para asistir a Catalina en la hora de su agonía (habiendo otros médicos iguales o más importantes aún en rango y fama en la ciudad) dice mucho de la intimidad que los unía, e incluso si realmente Baró la hubiera envenenado, como algunos han aventurado, Panchón sería, sin duda, la persona indicada para cubrir el asunto—. Y lo que he podido percibir a través de esos comentarios de Panchón, algunos resumidos en frases tan textuales como lapidarias, apunta a que Catalina puede que no haya sido una inteligencia extraordinaria, pero era una mujer de carácter, y bastante osada. Lo del embarazo prematrimonial de ella lo imaginé sin que pueda decir que lo he visto escrito en alguna parte, pero leyendo una de las biografías de Marta lo intuí; son unas pocas frases, siempre discretas, donde Marta se queja a su amiga, si no recuerdo mal, de la prisa que tiene Pedrito por realizar ese matrimonio en Tampa, mientras que ella hubiese preferido realizar las bodas en Cuba recién liberada. Hay algo que quiero que usted sepa: hace años comencé mis investigaciones con el propósito de escribir una novela, porque eso es lo que soy, solo una escritora, y si tuve que posponer mi trabajo ha sido por el despojo vil a que fui sometida cuando personas sin escrúpulos se apoderaron de tres maletas de mi propiedad, en una de las cuales estaba todo el material que yo había obtenido tras años de trabajo muy difícil, porque vivo en Cuba. Mucho de este material es imposible de recuperar, porque pertenecía al documentalista Gonzalo Salas, que ha muerto, y su incomparable biblioteca ya no existe. No obstante, con lo que logré retener en mi memoria elaboré mi breve trabajo que publiqué en Internet sin reservarme nada, y no me crea ningún malestar el que cualquiera pueda utilizarlo sin mencionarme. Es muy difícil mantener el control de la información que se publica en este siglo de Internet, así que he decidido no romperme la cabeza con ese asunto. No conozco la novela de Coyula, pero lo único que me decepcionaría es que fuera mala literatura. Me temo que a usted le va a pasar otro tanto: cuando publique los resultados de su trabajo, todo aquel que desee usarlos lo hará, y ahí me incluyo también. Solo puedo asegurarle que le guardaré un agradecimiento eterno por dejarme saber lo que tanto trabajé por descubrir y no me fue posible, y por un elemen- tal principio de honestidad intelectual eso estaría consignado en alguna parte de mi libro, si es que alguna vez llego a escribir y publicar esa novela. Pero más allá de firmar la obra y registrar los derechos de autor no podemos ir ni usted ni yo, ni nadie. Puede que duela un poco, lo admito, pero es así y usted lo sabe. Simplemente no se puede hacer nada, es el destino del investigador. Por otra parte, no logro imaginar cómo podría yo faltar el respeto al trabajo de usted... Eso está raro, suena raro... En cuanto a la papelería que apareció, yo supongo (pero no es más que una hipótesis) que estará en poder del Historiador de la Ciudad, señor Eusebio Leal. Este año se lo perguntaré, espero que en este mismo mes, y en cuanto tenga una respuesta la escribiré en este mismo blog, además de hacerlo en el mío. Lo que me interesa es la Hiatoria lo más completa posible. Y en cuanto al supuesto donativo, muy jugoso, que Baró habría hecho al Papa a cambio de la anulación matrimonial, creo recordar haberle dicho a usted que encontré los nombres de Baró y Catalina en una lista del Hexarcado donde todos los que aparecen habían dado grandes sumas a la Iglesia por concepto de donaciones.
Sinceros deseos de salud y bienestar para 2009.
GINA PICART

Anónimo dijo...

Encontré esta página:

http://www.somosjovenes.cu/index/semana43/martabre.htm

donde aparece un trabajo sobre Marta. Puede que no sea gran cosa, pero sirve para que se vea que no ha sido olvidada ni mucho menos. Hay personas cuyo recuerdo no está en manos de instituciones ni gobiernos, y Marta es una de ellas. La memoria popular se encarga de mantenerlos vivos.

Anónimo dijo...

Curioso que una de las versiones de la muerte de Catalina afrme que en los últimos dos años de su vida llevaba un velo y no se dejaba ver en público porque padecía una enfermedad de la piel, algunos sugieren una posible lepra, y que también esa enfermedad se le haya atribuido a Marta, quien, tengo entendido, murió de peritonitis por una intervención quirúrgica complicada, causada por una vieja apendicitis crónica...

Anónimo dijo...

Buscar por el nombre Marta Abreu y encontrarán muchas páginas cubanas, incluso de ayer y hoy mismo, donde se la recuerda y se le agradecen sus obras, con fotos y todo. Ayer le develaron una tarja en Villa Clara. Estas son apenas las tres primeras páginas que visité:
www.villaclara.cu/historia/personalidades/marta-abreu/articulo1

http://fotos.ain.cu/main.php?g2_itemId=56464

http://www.cmhw.co.cu/noticia.asp?auid=6018

¡DE OLVIDO NADA!

Unknown dijo...

Hola Javier,
La verdad es que he llegado tarde a tu blog. Pero no me arrepiento, más vale tarde que nunca. Escribes cosas muy interesantes. Yo también sigo algunas pistas sobre determinadas figuras cubanas del XIX e inicios del XX, algunas completamente olvidadas, otras olvidadas a medias. Me encantó tu artículo sobre Brindis de Salas, en sus estertores, lo que confirma cierta fascinación cubana por la muerte, conozco muchos amigos cubanos que comulgan conmigo en esta fascinación.
Ahora leo este artículo sobre Marta Abreu, y también estoy a la espera de los resultados de esos años de investigación tuyos sobre Marta y su nuera Catalina Lasa. En cierto modo todos tenemos materiales interesantes sobre la historia de nuestro país; yo, por ejemplo, conservo transcritas dos cartas dirigidas a Marta Abreu y conservadas por ésta, que yacen inéditas. En cierto modo existe un comportamiento contradictorio, siguiendo lo que planteas. Primero, es lógico que mandara a destruir las cartas que comprometieran el honor familiar, era algo común entre la mayoría de familias (sobre todo de clase alta); y al mismo tiempo, no tuvo reparos en conservar un par de cartas que (¡gracias a ella se ilumina mi investigación!) dejan ver las miserias de otra familia pudiente venida a menos, con quien fue generosa.
Tampoco quiero revelar mis documentos aún, pero ya he pesquisado personalmente en las oficinas de Eusebio Leal y al menos de mi investigación no conserva casi nada, por mucho que intente adelantarse él mismo, así que también yo necesito unos dos-tres meses más para sacar a la luz mi trabajo. Entonces te revelaré esas dos cartas a Marta.
Saludos desde Barcelona,
Félix.-

Anónimo dijo...

me gustaria saber si hay relacion entre Marta Abreu y Rafael González Abreu Santa Clara-Madrid 1933, afincado en Sevilla
desde sevilla
birdingcuba64@gmail.com

Rafael Sánchez
gracias

Javier de Castromori dijo...

Señor Rafael Sanchez,
Perdone el retraso de mi respuesta.
Si, Rafael Gonzalez-Abreu era primo de Marta, Rosa y Rosalia Abreu, hijo del querido tio Vicente González Abreu Jiménez.
Todas las hermanas suprimieron el Gonzalez del apellido. Rafael fue un gran coleccionista de arte y con frecuencia la familia de Marta, Rosa y Rosalia solian visitarlo a Sevilla. También Rafael visitaba con frecuencia a Rosa Abreu (Mme Grancher), en la casa que esta tenia en Malaga.
Tendria que dedicarle en algun momento un post a ese cubano que fundo el Instituto Hispano Cubano de Historia de America

Anónimo dijo...

Con gran orgullo y curiosidad leo su pagina de Marta Abreu, de quien soy familia lejana. Todo respecto a ella me inspira curiosidad, ya que solo tengo muy pocos cuentos de la familia. Es mas, de Rosalia se mucho mas que de ella, pues mi padre la conocia y visitaba su casa.

Anónimo dijo...

Estimado Sr De Castromori, primeramente agradecerle su dedicación investigativa y el tiempo dedicado a hacer pública la obra, para el disfrute de todos y cada uno de estos pobres mortales, y segundo, señalar la importancia de la polemización en cualquier tema, que sin más debe aportar a cada feto literario ese toque de sí mismo, la esencia, de lo mejor en la discusión para establecer a cabalidad la verdad histórica. Gracias por sus escritos, y sepa que se disfrutan.
Bien à vous,
Alfredo Martínez.