lunes, 25 de octubre de 2010

París pasado por aguas.

Recominedo a todos la exposición virtual "Paris innondé", organizada por la Galérie des Bibliothèques y la Alcaldía de París. La muestra había tenido lugar entre el 8 de enero y el 28 de marzo pasados, pero ya puede visitarse virtualmente gracias a los servicios multimedia de la Mairie de Paris.
Boulevard Saint-Germain. Paris, 1910. Bibliothèque Historique de la Ville de Paris. © BHVP -Roger-Viollet.
En efecto, en enero de 1910, París conoce una semana terrible a causa de una inundación excepcional, provocada por una meteorología catastrófica, la más importante en su historia sin llegar a ser tan fatal como la ocurrida en 1658. El agua invadió en 1910 las vías subterráneas recientemente abiertas y destinadas al metro, así como los alcantarillados. El nivel del Sena logró incluso a llegar hasta la estación de trenes de Saint-Lazare.
Rue de Lyon. Paris, 1910. Photographie, Albert Chevojon. Bibliothèque Historique de la Ville de Paris. © BHVP – Roger-Viollet.
Un siglo después de estos sucesos, la exposición de la Galérie des Bibliothèques de la Ville de París nos hace revivir esta catástrofe espectacular a través de una serie de documentos y fotografías excepcionales provenientes de los fondos de la Bibliothèque Historique de la Ville de Paris y de la agencia fotográfica Roger Viollet.
Rue Jacob. Paris, 1910. Bibliothèque Historique de la Ville de Paris. © BHVP – Roger-Viollet.

domingo, 3 de octubre de 2010

Diarios habaneros de mayor prestigio y distribución.

Edificio del Diario de la Marina, construido por la familia Pedroso en 1895 y que más tarde se convertiría en el Hotel Plaza. Colección Rafael Díaz-Casas.

Con los cambios políticos ocurridos en Cuba al dejar de ser colonia española, la prensa de la isla conoce una absoluta e inaudita libertad de expresión. Este libérrimo ejercicio de derecho se reflejó en todos los aspectos de la vida del país, sobre todo en el periodismo y la oratoria, los cuales alcanzaron un súbito fulgor, tanto en los años de ocupación militar norteamericana como en los primeros abriles de la naciente república cubana.
Florecieron entonces las diversas planas periódicas de vida efímera o coyuntural, en tanto que las otras ya existentes durante el período colonial reverdecieron o se consolidaron.
Una renovación fundamental del periodismo se imponía ante la exigencia del público. La vieja maquinaria es sustituída por la veloz rotativa, llegada a Cuba escoltada de los más modernos sistemas de composición, estereotipia, rotograbado y tantos otros progresos de la técnica de impresión. No eran ya suficientes ni las cuatro ni las ocho páginas de gran tamaño, lo cual obligaba a pasar las dieciséis si se quería ofrecer suficiente espacio a las disímiles materias que el público curioso reclamaba al periodismo moderno.
Nicolás Rivero y Muñiz (Conde del Rivero), director del Diario de la Marina.
Dentro de esta vorágine periodística, cuatro eran los diarios habaneros de mayor distribución y prestigio : Diario de la Marina (1844-1960), La Discusión (1879-1924), La Lucha (1885-1931), y El Mundo (1901-1968).
En un orden cronológico de aparición el Diario de la Marina vio la luz el 1ero de abril de 1844 como consecuencia de un desprendimiento de El Noticioso y Lucero (1832-1944), del cual se afirma que fue la primera empresa periodística de la isla.
Fundado por el periodista español Isidoro Araujo de Lira, el Diario de la Marina, veterano de la prensa cubana, representaba durante la colonia el sentir de los españoles en Cuba, impresión que se mantuvo durante los primeros años republicanos y que trajo como consecencia el surgimiento de polémicas entre éste y los otros periódicos habaneros, fervientes defensores de la libertad de expresión adquirida con la República. Se trataba entonces de un duelo, no de balas, sino de palabras.
Al comenzar el siglo XX su director era el español Nicolás Rivero y Muñiz, periodista de combate que había emigrado a Cuba hacía bastantes años debido a razones políticas.
Fue el Diario de la Marina, a pesar de su simpatía por la vieja colonia, uno de los más prestigiosos órganos intelectuales de la prensa cubana. Como casi la mayoría de los diarios de este período, desarrolló ampliamente sus páginas con variadas informaciones y secciones seguidas día a día por sus lectores. Estudios sobre la situación éconómica, política y social, así como  la evolución del pensamiento cubano. Ciertamente este diario, uno de los más leídos en Cuba durante varias generaciones, es una referencia en la historia del periodismo cubano.
La Discusión, "Democrático de la tarde", fue fundado en 1879 por Adolfo Márquez Sterling y revivido en 1889 por el liberal español Santos Villa. Desaparecido durante el período de la guerra separatista, reaparece en 1898 bajo la dirección de Manuel María Coronado y el cual contaba con un excelente consejo de redacción refugiado bajo el lema de "Diario cubano para el pueblo cubano".
Durante su vida republicana, que duraría hasta 1924, La Discusión, aparte de su columna editorial que reflejaba el criterio del periódico, mantuvo durante mucho tiempo la publicación de artículos de fondo acompañados de firmas de prestigio como las de Manuel Sanguily y Juan Gualberto Gómez. También en sus páginas se dio a conocer el joven escritor Jesús Castellanos, que tuvo a su cargo, durante varios años, la sección editorial, una columna semanal que llevaba el títlo de "Una semana menos" y otra sección dedicada al comentario de los sucesos más importantes de la vida internacional. Publicó además Castellanos, una serie de semblanzas de los hombres que se destacaban en la actualidad política acompañadas de caricaturas de su propia pluma de personajes a quien se refería. Durante este tiempo el diario contó por algunos años de la sección "La nota del día" de Eduardo Dolz, que gozaba de las preferencias del público lector.
El edificio del Diario de la Marina de Prado y Teniente Rey.
Bajo el subtítulo de "Diario republicano de la tarde" aparece en 1885 el periódico La Lucha, preferido de los cubanos por más de 40 años, y cuyo fundador y director fue Antonio de San Miguel.
Durante los primeros años republicanos, en las columnas de este cotidiano, se llevaron a cabo campañas periodísticas de sustento a movimientos de verdadera trascendencia política. Baste citar la jornada revolucionaria de agosto de 1906, así como la influencia social en todos los movimientos destinados a reivindicar los derechos del trabajo, la defensa de la mujer, la miseria y tantos otros.
Encontrabamos en las páginas de La Lucha, artículos no exentos de ironías y sarcasmos. Se pudiera decir que desde el punto de vista periodístico, esos artículos eran leídos con verdadero interés por buena parte del público, dado el agudo y malicioso espíritu que los enardecía.
Juan Gualberto Gómez, que en 1903 fundara La República Cubana, de fugaz vida, tomó a su cargo durante varios años la columna editorial de La Lucha hasta 1913.
El Mundo, último de estos diarios en aparecer (1901), fue fundado y dirigido en sus inicios por Rafael F. Govín, acaudalado hombre de negocios. Rápidamente este último fue remplazado en la dirección por José Manuel Govín.
José Manuel Govín.
Con El Mundo, primer periódico de empresa de tipo moderno, se inicia la era del periodismo moderno en Cuba. Introdujo el grabado y la crónica social diarios, y fue el primero que presentó tricomías y anuncios a colores en la prensa diaria. También fue el primer periódico a ocho columnas y el iniciador de la impresión mecánica en la isla. Hacia 1904 comenzó a publicar un importante suplemento dominical de carácter literario-cultural, titulado El Mundo Ilustrado. Posteriormente editaría, con diversos títulos, varios suplementos de idéntica índole.
Fue en este periódico que Manuel Márquez Sterling tomó renombre, hecho que lo promovió a la jefatura de redacción. Márquez Sterling atendía, aparte de la columna editorial, "La nota política del día", breve sección de actualidad dada a destacar el suceso o la anécdota de mayor interés en la vida política de las últimas veinticuatro horas. Además, escribía una serie de panegíricos sobre las figuras políticas de la naciente república cubana, acompañadas éstas por caricaturas del dibujante Ricardo de la Torriente.
Se podría afirmar, que con el paso a la República la prensa en Cuba comienza una nueva etapa dentro de la evolución de la prensa periódica y que duraría hasta 1958. Este progreso se traduce con la emancipación de cada periódico de la política, es decir, desaparecen los órganos de partidos políticos. El periodismo adquiere cada vez más un temperamento informativo, la noticia se reelabora con un sentido más creativo; la información proporcionada presenta mayor diversidad temática y más celeridad en la difusión de las noticias sobre acontecimientos de toda índole ocurridos en el mundo.
Con certeza, la prensa republicana influyó en cierta medida a las mutaciones políticas y las evoluciones sociales de la colectividad cubana. Manejaba leyes en vez de balas. Organizaba instituciones en lugar de fuerzas de choque. Nacía pues la vida civil.



viernes, 1 de octubre de 2010

La "Cuba Libre" de Rosario Sigarroa.

Portada de la revista Cuba Libre por el advenimiento de la República cubana en 1902.
La celebración del 20 de mayo durante más de medio siglo fue un evento de matices nacionales. Nada más natural que celebrar cada aniversario de la fundación de la República, pues con ella nacen y se consolidan los sentimientos nacionalistas y de la identidad cubana. 
El paso de Cuba de colonia a república representaba para muchos el fin de una devastadora guerra de independencia contra España y el término de un gobierno militar intervencionista, extendido durante tres años, cuatro meses y veinte días. Con su fundación las voces derrotistas que vaticinaban la extensión de dicha intervención quedaron apagadas, incluso cuando la República había sido creada bajo el apéndice de una enmienda.
Para esta gran ocasión la revista literaria Cuba Libre, fundada y dirigida en 1899 por Rosario Sigarroa (18??-1925), pide al dibujante asturiano Miguel Hevia -quien trabajaría años más tarde para la revista El Fígaro- de realizar la portada commemorativa del advenimiento de la república.
Hevia, en su composición alegórica de eminente estilo art-nouveau, no descuidó ningún símbolo representativo de la nueva nación. Enmarcado de cintas azules y de laureles -símbolo de gloria y de triunfo- sobre un fondo en el que se ve la entrada de la bahía de La Habana, bajo los matices del alba y el ojo vigilante del faro del Morro que, ostenta por primera vez el estandarte cubano, la joven República de larga cabellera negra coronada de laureles y vestido blanco, enarbola la bandera con la cual el ejercito libertador emprendió sus batallas contra en yugo colonial. En esta composición debemos precisar ciertos detalles elocuentes como en el paisaje de trasfondo donde el dibujante sitúa, al otro extremo de la bahía, una porción de tierra que desde ningún ángulo del paseo del Malecón puede apreciarse. Con esto Hevia reproduce una de las imágenes del escudo, ésa que nos recuerda la isla de Cuba como llave entre los dos hemisferios americanos.