sábado, 6 de septiembre de 2014
De casta le viene al galgo... Claudio Brindis de Salas Monte (1800 - 1872), padre del "Rey de las octavas".
miércoles, 27 de agosto de 2014
Bobadillerías... I "Estrada Pelma (Yambú crítico)" de Fray Candil.
Cayó Estrada Palma, o Pelma, como la piedra en la laguna
“Con rudo golpe en la insondable fosa.”
No me sorprende que haya caído. Lo que me sorprende es que subiese,
sobre todo, tratándose de un país donde el que menos se cree un Epaminondas o...
un Bismarck.
Cuando le vi – por vez primera y única – en Nueva York, a mi paso para
Colombia, para la dulce y triste Colombia, no pude menos de pensar:
“este hombre, por lo mismo que no vale un rábano, irá lejos.”
No tenía dientes y no se daba lustre en las botas. No tener dientes en
el país clásico de los dentistas, y no darse lustre en el país clásico de los
limpiabotas... se me antojó un colmo.
Luego, fijándome en su frente de mono, en su boca hundida y en sus
bigotes de chino, descubrí que era malo,
solapadamente malo. ¿Quién puede ser bueno con una frente así, de un dedo de
ancho? La antropología sirve para algo; por lo menos, para ver venir a los
presidentes de repúblicas efímeras.
Ahora me explico su traición. Si no llegan los sarracenos y le echan
de la poltrona presidencial, fusila a media isla y se declara dictador, como
casi todos sus congéneres de la América latina. ¡Qué poco le duró el prestigio!
Lo que al negro del cuento, la levita. Aquí sí que viene a pelo: don Tomás, ya
comiste, ya te vas, o más exactamente: te fueron.
¿Qué hace ahora el antiguo maestro de escuela? ¿Se habrá dedicado,
como el Cándido, de Voltaire a sembrar azamboas o yuca?
Tomás Estrada Palma (1832-1908), primer presidente de la República cubana. © University of Miami Libraries. Cuban Heritage Collection. |
No era otro el consejo que daba Mefistófeles a Fausto en la última
escena de la primera parte del famoso poema.
No me parece bien que los que subieron con él, y gracias a él,
sigan tan campantes llenándose la tripa a costa del pueblo.
¿Por qué no cayó Gonzalo de Quesada, ese Absalón de tiple y guayo? ¿Qué
hace Quesada en Washington?
¿Para qué sirve Quesada?
Pues no sirve para nada.
Por lo mismo que no sino para nada, a no ser para retratarse al pie de
anuncios de específicos que hacen crecer el pelo (sí, le he visto en un
periódico, la melena al viento, con un frasco en la diestra); como no estorba –
¡Y cuidado si el mozo es ambiciosillo! – ahí le han dejado, de ministro de una república
ilusoria, acéfala.
Cualquier día renuncia Quesada a pasar por orador entre los yanquis,
hombres prácticos, pero mudos, como los perros de los caribes que halló Colón
en las Antillas.
– Pero usted - me dirán los que están enterados de las cosas del país –
no sabe de la misa la media. ¡Renunciar Quesada! Ignora usted que aquí nadie
renuncia. Si el puesto fuese gratis, tal vez. Ya ve usted el trabajo que
costó – una guerra civil nada menos – que don Tomás soltase el güiro.
Quesada, en vez de renunciar, se ha ido... al Haya, a abogar por la
paz europea y el desarme universal. Tiene gracia: un país que acaba de sublevarse
y que, dicho sea de paso, carece de personalidad, puesto que está intervenido
¡mandando al Haya (allá se las haya), representantes para que prediquen la
paz!
– No, no van a predicar paz ninguna - me dirán los que están enterados
de las cosas del país. –Van a pasearse, a sacudir el hígado.
Por de contado que Quesada romperá el fuego.
– No lo crea usted. Manuel Sanguily no se lo permitirá. Bueno es don
Manuel para dejarse coger la delantera oratoria.
– Bueno, hablarán los dos a la vez. Lo probable es que no hable
ninguno.
No hagamos á Sanguily la ofensa de compararle con Melenas, a
quien los congresistas holandeses tomarán por una medusa de los trópicos.
Porque es lo único llamativo que tiene Gonzalillo: el pelo. Por eso se lo tomo.
Volvamos a Estrada Pelma. Por lo mismo que nada le debo, ni nada le
pedí nunca, me acuerdo de él.
¡Qué a menudo me sucede – automatismo pnemotécnico – acordarme de
individuos que vi por casualidad no sé dónde, que no dejaron en mi espíritu huella
intelectual alguna! Y al acordarme de él he pensado: yo, que me limpio las
botas a diario, que no tengo frente de mono, no hubiera llegado nunca a
presidente ni a ministro siquiera.
Estrada aguardó a subir para darse lustre. En cuanto a no tener
dientes, ha sido una fortuna para el país. ¡Si no teniéndoles quiso morder!..
Vista del Monumento a Estrada Palma en La Habana, 1945. © University of Miami Libraries. Cuban Heritage Collection. |
Pobre don Tomás: como el personaje de “Si j'étais roi”, se acostó presidente y despertó...
maestro de escuela. Le queda un consuelo: recordar en su bohío que fue un
día G grande y buen amigo » de los amos de la tierra. No todos podemos darnos
ese gusto, aunque nos limpiemos a diario las botas y tengamos todos los
dientes.
Quesadita, mírate... en esas botas y córtate el pelo, a no ser que,
cansado de la diplomacia, te dediques a violinista.
Nada de lo ocurrido impedirá que, andando el tiempo, canonicen a
Estrada Palma, como han hecho con otros, tan güiras cimarronas como él. “Para canonizar a los santos – decía
Voltaire – sólo se espera a que desaparezcan
los testigos de sus tonterías.”
Y no me sorprendería que hasta le erigiesen una estatua. Por mí, que
se la levanten. ¡Para lo que sirven, después de todo, las estatuas! Para que se
orinen en ellas, de noche, los borrachos y, de día, los perros.
Justicia inmanente
de la historia...
Emilio
Bobadilla (Fray Candil), (1862-1921)
Muecas. Crítica y sátira, Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas,
Librería Pierre Ollendorff, París, 1908.
Libellés :
1908,
Bobadillerías,
Crítica,
Cuba,
Emilio Bobadilla Lunar,
Fray Candil,
Gonzalo de Quesada,
La Habana,
Lilteratura,
Política,
Sátira,
Tomás Estrada Palma
jueves, 8 de mayo de 2014
Emilia Bernal Aguero, en el 132 aniversario de su nacimiento.
© Las imágenes de los manuscritos pertenecen a la Cuban Heritage Collection, University of Miami Libraries.
jueves, 16 de enero de 2014
El hijo martiniqués de Brindis de Salas y sus otros presuntos vástagos.
Claudio José Domingo Brindis de Salas y Garrido. © Colección Museo Fratelli Alinari, Florencia (Italia). |
Ciertos investigadores y periodistas sostienen que Brindis de Salas tuvo un matrimonio con una dama de la extinta Prusia y que de esa unión dos o tres hijos varones vieron la luz; incluso, el propio Brindis en una carta dirigida al director del diario La Nación, en 1889, da testimonio de la existencia de una familia alemana:
"Señor Director de La Nación. Parto mañana a reunirme con mi familia en Berlín, y deseo, antes de dejar estas playas de las que conservaré dulce recuerdo, expresar a la prensa de Buenos Aires cuán profunda gratitud llevo en el alma por la benevolencia con que me ha juzgado como artista, y por la consideración con que me ha tratado personalmente."[1]Tanto de la dama prusiana como de los dos o tres hijos, hasta hoy, no existe huella alguna que pueda sentenciar la existencia o no de la familia germana; la escasa información con que contamos dificulta seriamente la investigación de esta parte oscura de la vida de Brindis de Salas.
Hay quienes afirman o retoman la información no verificada, como la del periodista Máximo Sánchez en el The Pittsburg Courrier de 1949, donde nos dice que el matrimonio alemán fue infeliz rápidamente, que Brindis abandonó el hogar dejando tres hijos, una hembra y dos varones, de los cuales nunca más se ocupó ni volvió a ver. También comenta como ambos hijos varones habían sido miembros activos del partido nazi durante la Segunda Guerra Mundial [2], información no muy coherente visto que toda descendencia de Brindis sería forzosamente mestiza, aspecto incompatible con la ideología nazi.
También ciertos investigadores han sugerido la posibilidad de que la poetisa uruguaya Virginia Brindis de Salas forme parte de la progenitura del violinista cubano, pero al parecer Iris Virginia Salas Rodríguez, de su verdadero nombre y apellidos, nacida en Montevideo, el 18 de setiembre de 1908, era hija de José Salas y María Blanca Rodríguez. Se dice que la poetisa uruguaya agregó al apellido paterno el "Brindis" de quien su padre decía ser primo del "Paganini negro" habanero.
Virginia Brindis de Salas (Montevideo, 1908–1958). |
Louis Joseph Virgile Claude Brindis de Salas.
El viernes 28 de junio de 1878, el músico cubano llega a Saint-Pierre (Martinica) en el vapor "Cacique", proveniente de Santo Tomás (Barbados), la isla Margarita (Venezuela) y La Habana (principal puerto de salida). Veintitrés días después, el sábado 20 de julio, Brindis de Salas, de 26 años, contraía matrimonio con la señorita Marguerite Rose Hortense Fouché, de 24 años, sin profesión, domiciliada y nacida en esa ciudad, el 19 de marzo de 1854. Diez meses más tarde, el 12 de mayo de 1879, a las cinco de la tarde, nacía de esta unión un varón, Louis Joseph Virgile Claude Brindis de Salas; su padre, ausente, andaba lejos, seguramente interpretando la Cavatina de Raff o la Polaca en re mayor de Wieniawski en el Teatro y Circo del Príncipe Alfonso de Madrid.
El hallazgo del matrimonio de Brindis y Hortence, así como el nacimiento del hijo Claude, lo debemos al escritor e investigador cubano Rogelio Saunders, quien desenterró para la historia biográfica del músico cubano las actas de matrimonio y nacimiento, traducidas y publicadas en 2006 en la revista digital "La Habana Elegante", que edita el amigo Francisco Morán.
¿Cómo y cuándo se conocieron Hortense y Brindis?
¿Acaso venía el músico cubano expresamente para concluir una boda ya programada de antemano, visto la precipitación?
Probablemente, visto que los esponsales se llevaron a cabo sólo veintitrés días después de su llegada a la isla caribeña. Algún tiempo se dio el apresurado músico-viajante de consumar el matrimonio, engendrar una descendencia y dar dos o tres representaciones antes de tomar rumbo nuevamente hacia Europa seis meses después.
¿En esa agitación de viajes y conciertos, llegó Brindis de Salas a volver a ver a su familia antillana, a conocer el hijo nacido durante una larga ausencia? ¿Pese a sus incesantes viajes, el matrimonio con Hortense tuvo una cierta estabilidad y continuidad? ¿Y el pequeño Claude, volvió a ver alguna vez a su padre?
¿Por qué en la carta fechada del 31 de octubre de 1889 al director de La Nación y publicada en dicho periódico dos días más tarde Brindis de Salas expresa el deber de partir hacia Berlín donde le espera su familia alemana? ¿Acaso el artista practicaba la bigamia y la mentira manteniendo dos familias diferentes, separadas por un océano? o ¿Tal vez, y para aquel entonces, ya había abandonado definitivamente su familia martiniquesa y había reconstituido un nuevo hogar, una nueva familia bajo el signo del "Segundo Reich"?
Si tal fue el caso, el divorcio con Hortense tuvo que haberse realizado después de julio de 1884, fecha en que la Tercera República francesa restablece la ley de divorcio luego de 68 años de haber sido abrogada por el régimen de la Restauración; eso sí, sin restablecer el divorcio por consentimiento mutuo.
Es evidente la incompatibilidad de Brindis con la vida familiar. La pobre Hortense morirá, el 8 de mayo de 1902, víctima del seísmo provocado por el volcán la Montagne Pellée que devastaría la ciudad de Saint-Pierre de Martinica y que dejaría huérfano de madre al joven Claude de 23 años, quien pudo salvarse de la catástrofe. La información sobre el fallecimiento de Mme Brindis de Salas la encontramos en una carta que ésta dirigió dos días antes de su muerte, el 6 de mayo, a Mme Josa, pariente de su hermano Rodolphe Fouché, alcalde de Saint-Pierre.
"Saint-Pierre, 6 de mayo de 1902¿Dónde andaba el Caballero Brindis de Salas cuando ocurrió la catástrofe? Quizás muy cerca, en La Habana, donde según fuentes, ese mismo año ofreció un concierto en el Teatro Principal. Quizás en Tenerife, en el Teatro de Santa Cruz, donde también ése mismo año había regresado dos veces. ¿Quién sabe? Lo cierto es que al parecer no guardó ninguna relación con Hortence y Claude, su hijo martiniqués.
Mi querida Marguerite,
Agradecemos mucho vuestra amable proposición, pero no pudiendo abandonar la casa, esperaremos con resignación y sumisión la voluntad de Dios, la muerte prematura.
Los besamos a todos, quizás por última vez.
Vuestra piadosa prima.
H. Brindis de Salas, nacida Fouché." [3]
Recientemente, mi incesante testarudez se vio recompensada con unas notas de algunos diarios parisinos, en la que Claude Brindis de Salas, único hijo hasta ahora probado del Rey de las Octavas, se daba a relucir.[4]
El Bien Público, Mahon, 19 de febrero de 1889. |
En la mañana del 11 de julio de 1906, los inspectores de policía Le Cointe y Hingant, interpelaban a tres traficantes, sorprendidos in flagranti cuando se disponían a pagar con falsa moneda en un comercio cercano al domicilio de Claude. Hacía algún tiempo la policía parisina andaba detrás de diferentes bandas de falsificadores de moneda que fabricaban en España y blanqueaban en Francia gracias a una red de múltiples personas. Entre los traficantes se encontraba Claude, hijo de Brindis de Salas, su novia y un cómplice llamado Alfred Roussel de 28 años, comerciante y vecino del hijo Brindis.
Cuenta la prensa de la época [5] que la policía comenzó a sospechar de las acciones de Claude Brindis de Salas, cuando en repetidas ocasiones logró poner en circulación la falsa moneda de los traficantes españoles. El joven afinador de pianos, quien pretendía no estar al corriente de la falsedad de dichas monedas, al parecer recurría con frecuencia a diferentes farmacias del barrio en busca de pequeñas dosis de Permanganato de potasio que pagaba con la falsa moneda. El 2 de julio, días antes de su arresto, Claude se presentaba a una farmacia de la rue Lepic donde pagaba con una pieza falsa de un franco, diez céntimos del preciado permanganato; y así, sucesivamente repetía la compra en otras farmacias y comercios del barrio.
La Lanterne, París, 30 de diciembre de 1906. |
Encontrábase una noche en un café de la Place Clichy y un individuo que él conocía solamente de vista se le acercó y le pidió de favor ir a tirar en una alcantarilla cercana un rollo de cien piezas de falsas monedas de un franco, pretextando no poder hacerlo él mismo ya que se sabía vigilado por la policía. Claude tomó el rollo de monedas y, una vez en su casa, le parecieron que no eran falsas. Agregó además que de las cien monedas sólo utilizó unas treinta y que el resto las lanzó por la ventana el día en que la policía requisó su apartamento.
Al parecer el gusto por el permanganato de potasio salvó al joven Brindis a quien el juzgado absolvió de dicha acusación.
Le Petit Parisien, Paris, 29 décembre 1906. |
En un "Boletín de la Unión Velocípeda de Francia" de mayo de 1914, días antes que se declarara la Primera guerra Mundial, encontramos que entre los candidatos a integrar dicha Unión está nuestro Claude Brindis de Salas, domiciliado en el número 7 de la rue de Calais en el noveno distrito de Paris, a la frontera del histórico barrio conocido bajo el nombre de "Nouvelle Athènes", a dos pasos de donde viviera el compositor francés Hector Berlioz. [6]
¿Qué se hizo Claude después de la primera contienda mundial? ¿Sobrevivió a los nueve millones de soldados caídos en combate?
Encontramos, en el "Moniteur de la papeterie française et de l'industrie du papier", del 1 de noviembre de 1921, la creación de la "Sociedad Minerva, Brindis de Salas y Odeide de Sénicourt", cuya razón social estaba formada en una Sociedad de nombre colectivo para la explotación de un comercio de imprenta y papelería situado en el número 14 de la rue Vauvenargues y de un capital de 28 mil francos. [7]
¿Sería este Brindis de Salas nuestro Claude? La probabilidad es casi segura, pero por el momento no se puede confirmar a falta de elementos contundentes. Veamos lo que nos depara el futuro de esta investigación y el de otras que se llevan a cabo.
Mientras más hurgamos en las zonas oscuras de la biografía del caballero Brindis de Salas, nos damos cuenta de lo conflictiva que fueron sus relaciones con cada una de las posibles familias que fundó. El hecho de que a su muerte, en la lejana Casa de Beneficencia de Buenos Aires, ninguno de los integrantes de su familia se hayan manifestado y recuperado el cuerpo deja mucho que pensar acerca de la relación con sus hijos. Queda mucho por descubrir; esperemos que otros hallazgos se presenten para completar esta historia, la del Paganini negro, muerto en la más absoluta miseria y olvidado de todos, incluso, de su propia progenitura.
© Javier de Castromori
Montpellier, 15 de enero de 2013.
Nota:
Con este post quisiera llamar la atención del lector L.E. Salas, quien en el post de este mismo blog ICONOGRAFIA CUBANA XIX : "¡Sí, soy Brindis de Salas. Pero me muero..!" del 20 de enero de 2010, manifestaba en un comentario: "Este Señor es mi great great great grandfather." ¿Podría, por favor, explicarnos el parentesco? Puede escribirnos a: memorandumhojasdeprensa@gmail.com
Referencias consultadas:
[1] Rogelio Saunders, "Los descendientes de Brindis de Salas.", La Habana Elegante, primavera-verano de 2006.
[2] Máximo Sánchez, "Claudio Brindis de Salas. One of the world’s greatest violinists.", The Pittsburg Courrier, 19 de noviembre de 1949, p. 7
[3] Jean Hess, "La catastrophe de la Martinique : notes d'un reporter.", Fasquelle, Paris, 1902. p. 249
[4] Diarios parisinos consultados: Le Figaro, París, 11 de julio de 1906; Journal des débats politiques et littéraires, París, 12 de julio de 1906; Gil Blas, París, 29 de diciembre de 1906; La Presse, París, 29 de diciembre de 1906; Le Petit Parisien, París, 29 de diciembre de 1906; L'Intransigeant, París, 29 de diciembre de 1906; Le Petit Journal, París, 29 de diciembre de 1906; Le Matin, París, 29 de diciembre de 1906; La Lanterne, París, 30 de diciembre de 1906.
[5] Idem. referencia [4].
[6] Bulletin officiel de l'Union vélocipédique de France, París, mayo de 1914, p. 94
[7] Moniteur de la papeterie française et de l'industrie du papier, París, 1 de noviembre de 1921, p. 702
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